domingo, 27 de mayo de 2012

Formar personas, Qué gran tarea!

Cuando una persona decide ser maestro a maestra, no es para ganar mucho dinero, ni para sentarse en el consejo de administración de una empresa importante, ni para tener un buen despacho. Cuando alguien decide ser maestro, es porque tiene vocación de humanidad, de enseñar el significado de las cosas, porque las personas podemos aprender por nosotras mismas cómo son las cosas, pero no lo que significan.
El maestro es quien enseña a "leer" las mentes de las personas, a reflexionar sobre el significado de los conceptos y profundizar en los pensamientos: la persona a quien consideramos "nuestro maestro" no es sólo quien instruye sino también quien educa.
Esta diferencia la marcaron muy bien los griegos clásicos, creando figuras diferentes con dos funciones distintas del pedagógo, de gran prestigio, que era parte de toda familia acomodada que se encargaba de educar en valores, y la del maestro que instruía, cuyo papel era valorado como secundario.
Actualmente, en algunos ámbitos, el modelo científico de conocimiento técnicos se valora por encim de la formación cívica, y se considera que es únicamente la familia la que debe proporcionar esta formación. Y esto es un error, ya que no se puede instruir sin educar, y viceversa.
El maestro cumple una función muy importante y difícil: la de suscitar el deseo de aprender.
Tiene que persuadir a sus alumnos de que el placer que se obtiene aprendiendo sólo se consigue estudiando, teniendo expectativas de futuro, interesandose por su alrededor, por lo que verdaderamente les conmueve y el intriga.
Tiene que ejercitar la voluntad y la disciplina en un mundo que rinde culto al ocio y al negocio fácil.
De su éxito, de conseguir unas buenas bases, dependerá toda la formación futura del individuo. Y son los individuos los que forman la sociedad y, como todos sabemos, de la educación d euna sociedad depende su futuro.
El aprendizaje surge a través de la vinculación afectiva que une al maestro con su alumno/a.
Más de uno hemos elegido nuestra carrera por la admiración que teníamos al profesor de una determinada materia: a otros se le atragantaron las matemáticas porque no se llevaban bien con el profesor que se las enseñaba.
La de maestro es una profesión que exige mucha responsabilidad, y que no está suficientemente reconocida por la sociedad. La figura del maestro a perdido prestigio.  Vólvamos a darle el valor que tiene y que se merece.

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